Hechos misteriosos y escabrosos de los Austrias

Felipe II

La casa de las Siete Chimeneas, actual Ministerio de Cultura en Madrid, la mandó construir un montero de Carlos V en el siglo XVI para su hija Elena. Pero se rumoreó que lo del montero era una treta del príncipe Felipe para dar casa a esta joven con la que había mantenido un romance.  Seguidamente, el capitán Zapata se enamoró de ella y se casaron, instalándose en dicha casa. El capitán Zapata fue inmediatamente requerido para ir a Flandes y murió en la batalla de San Quintín. La desvalida doncella se sumió en la más profunda de las desesperaciones. Perdió el apetito y el sueño, no hallaba consuelo para su desgracia. 

Al poco tiempo, Elena fue encontrada muerta en su alcoba. Unos dicen que de pena; otros que había sido asesinada, pues tenía signos de violencia. El caso es que su cadáver desapareció. Se llegó a inculpar incluso a su padre, que terminó suicidándose de una de las vigas de la casa. Muchos madrileños creían que el cuerpo de Elena lo habían emparedado en algún lugar secreto de la casa. 

Después de unos meses, se oyó un toque de ánimas seguido de una aparición espectral. Una figura femenina, vestida con ropajes blancos y vaporosos, se paseaba, antorcha en mano, por el tejado del edificio. Orientada hacia el alcázar, se arrodillaba y golpeaba el pecho con fuerza. 

Se llegó a decir que en realidad la joven era hija ilegítima del rey, que se volvió loca al enterarse de su origen y por eso se paseaba por la noche maldiciendo su suerte. 

Felipe II 

Casa de las 7 chimeneas

Príncipe Carlos de Austria

Era un hecho admitido por todos que el príncipe don Carlos, hijo de Felipe II y María Manuela de Portugal (su prima hermana que murió a consecuencia del parto) sentía un disfrute diabólico al quitar la vida a los animales que caían en sus manos, complaciéndose en verlos palpitar mientras morían. En una ocasión, decapitó de un mordisco una culebra de gran tamaño que le había mordido en un dedo. Un día de los habituales de rabia incontrolada, el príncipe exigió la inmediata ejecución de uno de sus pajes en su presencia. Nadie accedió a su deseo, pero resultó necesario fingir la ejecución colgando de noche frente a su ventana un muñeco parecido al paje para calmar su ira.

Príncipe Carlos de Austría

María Manuela de Portugal

Siendo el príncipe Carlos niño, cayó por una escalera y se hizo una herida grave en la cabeza. Los médicos le sangraron y le vendaron la herida. A Los días, la herida empezó a supurar y la fiebre subió de manera alarmante. A punto de hacerle una trepanación, un íntimo del príncipe se dirigió al cielo. En un convento de franciscanos, se conservaban los huesos de fraile don Diego, a quien le adjudican virtudes milagreras. En solemne procesión, trajeron la reliquia y colocaron el esqueleto del fraile en el lecho del enfermo. Don Carlos recuperó la salud de milagro y cuando recuperó el discernimiento, dijo que el fraile, cuyo esqueleto acostaron en su mismo lecho, le visitó en persona prometiéndole su curación.

Isabel de Valois debía casarse con él, pero su padre se interpuso y, al quedarse viudo de María Tudor, decidió que sería para él. Desde ese momento, don Carlos consideró a su madrastra y a sí mismo víctimas gemelas del carácter cruel y despótico de Felipe II. Creció en su interior un deseo irrefrenable de venganza. Obsesionado por sus planes, y agotado por las fiebres, su aspecto deplorable (enorme cabeza, un hombro más alto que otro, encogido con una leve cojera) deambulaba por los corredores del alcázar creando graves conflictos. Estuvo a punto de apuñalar al cardenal Espinosa; amenazó de muerte al duque de Alba, aterrorizaba continuamente a Ruy Gómez, príncipe de Éboli. El siguiente sería su padre. “Le odio tanto que si es preciso no dudaré en matarlo”, afirmó.

Carlos II

Carlos II

En enero de 1698, el rey Carlos II expone al inquisidor que cree estar hechizado. Esta afirmación del propio rey provocó una serie de medidas y leyendas. Se dijo que el rey había sido hechizado con catorce años con un chocolate donde se habían diluido sesos de un muerto; que había sido su propia madre quien ordenara el embrujamiento del hijo, quien habría colocado hechizos debajo de la almohada de los reyes para impedirles procrear…

El rey fue objeto de exorcismos mediante pócimas, bebedizos y plegarias que no hicieron más que agravar su enfermiza salud. 

“Su cuerpo es tan débil como su mente (…). Por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia”, dijo de él un nuncio papal del siglo XVII.

Margarita de Austria-Estiria

La reina Margarita de Austria-Estiria, esposa de Felipe III, fundó el convento de la Encarnación en 1611, como promesa por la expulsión de los moriscos. La reina nunca vio la obra terminada, pero poco antes de morir en ese mismo año 1611, suplicó a su marido tres cosas: que se ocupara del cuidado de su alma, de sus hijos y “de mis monjas, y en lo de que por ellas hiciere, he de ver yo desde el Cielo el amor que me tiene”.

Aquí se custodia la sangre de San Pantaleón que, cada 27 de julio, sufre la licuefacción. Se le atribuyen al santo diversas curaciones milagrosas. San Pantaleón nació en Turquía en el siglo III a.C. Fue un médico de renombre que se convirtió al cristianismo e hizo milagros. El emperador Maximiano le ordenó abandonar la nueva fe y él se negó. Fue sometido a martirio hasta que murió. Entonces los cristianos recogieron su sangre en pequeñas ampollas que están repartidas por la cristiandad. Una de ellas está en este monasterio.

Margarita de Austria-Estiria

Convento de la Encarnación

Felipe III

Referencias:

“A los pies de los caballos”, Carmen Barberá

“Guía del Madrid mágico”, Clara Tahoces

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1 comentario en «Hechos misteriosos y escabrosos de los Austrias»

  1. En el cuadro del príncipe Carlos de Austria, la mano que se ve a la izquierda no parece suya. Parece de alguien que está detrás. ¡Qué susto!

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