No hizo Dios otra semejante, y, por Santa María, no se hallaría otra en el mundo que la igualase en bondad (Pero da Ponte)
Antecedentes
A la muerte de Alfonso VII en 1157, los reinos pasan a los hijos que tuvo con Berenguela de Barcelona: Castilla para su hijo Sancho (III) y León para Fernando (II). Sancho murió al año siguiente y durante la minoría de edad de su hijo Alfonso (VIII), Castilla se vio acosada por Fernando II de León. A Fernando le sucede su hijo Alfonso (IX) de León, quien reinará hasta 1230. Alfonso IX de León casó en segundas nupcias con Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet, quien fue regente de Castilla a la muerte de su padre durante la minoría de edad de su hermano Enrique y, a la muerte accidental de éste, reina de Castilla en 1217. Berenguela cedió la corona de Castilla a su hijo Fernando (III) y cuando murió Alfonso IX de León en 1230, heredó asimismo la corona de León. Fernando III fue rey de Castilla y de León hasta su muerte en 1252. Ambos reinos no se volvieron a separar nunca más.
Familia de Sancho III de Castilla
Las decisiones de Berenguela
En 1219, Fernando III llevaba reinando desde hacía apenas dos años en Castilla. A sus dieciocho años se imponía formalizar el matrimonio del rey.
Tanto la decisiva influencia de doña Berenguela durante los primeros años de reinado de su hijo como los testimonios de las crónicas dejan claro que fue ella la verdadera artífice del matrimonio de Fernando. La elección de Beatriz, si bien efectivamente pudo estar condicionada por la dificultad por parte de doña Berenguela de encontrar una princesa hispánica con la que su hijo no estuviera emparentado, en realidad estuvo motivada por la doble ascendencia imperial de la princesa germana.
El matrimonio entre Fernando III y Beatriz de Suabia fue, desde la perspectiva castellana, una maniobra política dirigida a dos objetivos: reforzar la posición de Castilla como monarquía hegemónica dentro de la Península, quizá abriendo la puerta a la reedición del famoso imperio hispánico de Alfonso VII, y ampliar las relaciones internacionales de la Corona, pasando a entroncar quizá con la dinastía más poderosa del momento, la de los Staufer, así como con la realeza bizantina.
La elección de doña Beatriz de Suabia responde a su doble ascendencia imperial, pero también está relacionada con la búsqueda de la legitimidad del enlace. Este énfasis en la legitimidad se debe a que el matrimonio de Berenguela de Castilla y Alfonso IX de León, celebrado en el año 1197, fue anulado por el papa Inocencio III en el año 1204 por el parentesco cercano existente entre ambos, considerándose a sus descendientes ilegítimos.
Familia de Fernando II de León
Beatriz de Suabia
(1205-1235)
fue la cuarta hija de Felipe, duque de Suabia y rey de Romanos, y de Irene Ángelo, nacida esta de Isaac II Ángelo, emperador de Constantinopla. Beatriz descendía por su padre y por su madre de los dos grandes imperios del medievo: del Sacro Imperio Germánico y del imperio bizantino.
La adolescencia de Beatriz en Alemania había sido muy agitada, pues su padre, el emperador Felipe, había tenido que luchar todo el tiempo de su imperio con otro emperador rival, Otón IV, para morir finalmente asesinado en 1208. Muerto Felipe, su rival tomó bajo su protección a Beatriz, e incluso prometió casarse con ella, pero fue derrotado y expulsado del trono en 1214 por Federico II, hijo del emperador Enrique VI y sobrino de Felipe de Suabia, quedando así Beatriz bajo la guarda de su primo el emperador Federico II.
A mediados de 1219 una comitiva castellana presidida por Mauricio, obispo de Burgos, llegó a la corte de Federico II de Alemania y, probablemente en Hagenau, en Alsacia, tuvo lugar la contratación matrimonial entre su cuarta hija, Beatriz de Suabia, y Fernando III.
Beatriz, con la comitiva de hombres notables de Castilla, emprendió el camino desde Alsacia a Burgos, pasando por la Corte de París, porque deseaba saludar a la esposa del delfín, el futuro Luis VIII de Francia, y madre del futuro Luis IX de Francia, Blanca, hermana de su futura suegra, Berenguela.
El 27 de noviembre Fernando fue armado caballero en el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos, donde le entregaron su espada. El 30 de noviembre, en la misma ciudad, tuvo lugar la celebración de la boda en la catedral.
El matrimonio también fue positivo para el Imperio, ya que Federico II deseaba ampliar las relaciones de los Staufer con otras casas reales, y dentro de esta política de alianzas, la unión con Castilla, un reino con buenas relaciones con la Santa Sede, resultaba particularmente beneficiosa para él en un momento en el que estaba preparando su coronación definitiva como emperador a manos del papa.
La complicidad entre Berenguela y su nuera Beatriz
A partir del día de su boda, la reina Beatriz acompañará casi continuamente a su marido, salvo en las campañas militares. Lo mismo que Berenguela venía haciendo ya, ahora las dos juntas solían salir a recibir al hijo y esposo al regreso de esas campañas; sus lugares de residencia preferidos eran Burgos, Valladolid y Toledo; su lugar favorito fue el mismo que el de Berenguela: las Huelgas Reales de Burgos, en el camino de Santiago, por donde llegaban todas las novedades culturales de Europa. Por lo que se sabe de sus estancias y desplazamientos siempre se encuentra a Beatriz al lado de Berenguela. El entendimiento entre ambas parece que fue algo no habitual; en las pocas actuaciones políticas que se conocen siempre actuaron las dos de acuerdo cerca de su hijo y marido.
La presencia de doña Beatriz en el trono castellano desde 1219 hasta 1235 no solo dejó un recuerdo indeleble en el ánimo de su familia y de su pueblo, sino que también tuvo una serie de consecuencias políticas, derivadas todas ellas de su procedencia germana, en el reinado de su primogénito: Alfonso X el Sabio (1252-1284). Destacan tres por encima de las demás: el fortalecimiento de las relaciones entre el Imperio germánico y Castilla, el establecimiento de la Orden Teutónica en la Península y la reclamación por parte de Alfonso X del ducado de Suabia en primera instancia y, posteriormente, del propio Imperio germánico.
En el año 1271 Alfonso X es reconocido emperador por el común de Milán , pero sin contar con el reconocimiento del pontífice Gregorio X. Por ello en el año 1272, el rey sabio solicita su coronación como Rey de Romanos, petición ante la cual el Papa no se muestra muy favorable. Alfonso X insiste en entrevistarse con Gregorio X, hasta que en el mes de noviembre de 1273 este accede a entrevistarse con el monarca . Como podemos imaginar, en este último resquicio de reclamación de sus derechos imperiales, la importancia de la figura de Beatriz volvería a resurgir, convirtiéndose de nuevo en la piedra angular de la candidatura del rey sabio, lo que justificaría el deseo de trasladar el cuerpo de la reina desde el Monasterio de las Huelgas de Burgos para la configuración, junto con Fernando III, de una escenografía de representación del poder adecuada a las aspiraciones imperiales del ya rey de Castilla y León.
El cadáver de la reina fue trasladado al monasterio de las Huelgas Reales de Burgos y sepultado con honores muy cerca del rey Enrique. Cuarenta años más tarde, su cuerpo fue trasladado por su hijo a la catedral de Sevilla, donde reposa al lado del rey Fernando, con el que compartió su vida.
Dinastía de los Borgoña
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